Las condiciones en las que empezó a operar la escuela fueron precarias. Según relata van Hoorde en carta a sus colegas de Gembloux, habían empezado, en lo material, con bancas prestadas y una pizarra cedida por la escuela de minas, en lo humano con la gran dificultad del idioma. (Página 3, rev. AGRUM, N°4, año 2).


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